La primera de ellas fue porque conocí a Joaquín. Yo pensaba que él era un amargado y acomplejado, pero cuando vino a visitarme me di cuenta de que era un tipazo, que era una persona equilibrada, de buen humor, y yo me pregunté, ¿qué hago demandando a este hombre que es un tipazo?
En segundo lugar, Guillermo Sánchez Borbón escribió una serie de artículos –cuatro o cinco– dedicados a las caricaturas, diciendo por qué toda figura pública tiene que aguantarse la mecha por las caricaturas.
Esos artículos, a pesar de que en una primera lectura no me resultaron graciosos, después de meditarlo bien llegué a la conclusión de que tenían razón. Después que terminó la serie, llamé a Sánchez Borbón para darle las gracias.
El mejor consejo que le puedo dar no solo a Ricardo, sino a toda figura pública de Panamá, es que aprendan a reírse de todas las caricaturas que le hagan a uno.